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¿Tu hijo/a tiene dos años y aún no dice ninguna palabra?
¿Observas que tiene problemas para pronunciar algunos fonema o palabras?
¿Le está costando especialmente aprender a leer y escribir?
¿Te ha comentado el dentista que tu hijo/a empuja la lengua hacia los dientes?
Cada niño/a es único. Aprenden a hablar, leer, escribir… a ritmos distintos, y, en ocasiones, es complicado determinar cuándo está surgiendo alguna dificultad.
Los niños y niñas que acuden a tratamiento logopédico presentan alteraciones, por lo general, de carácter transitorio, que en la mayor parte de los casos influyen en su desarrollo y en sus aprendizajes. Por ese motivo, lo más importante es la detección e intervención temprana; la edad es determinante en el tratamiento, puesto que con el tiempo, es posible que las dificultades se afiancen.
En cuanto a los más pequeños, es imprescindible estimular el lenguaje oral, expresivo y comprensivo, para favorecer sus habilidades lingüísticas, creando así una base para sus aprendizajes posteriores. Además, tenemos que tener en cuenta que el prerrequisito más importante para la adquisición de la lectura, es tener un lenguaje oral rico.
En ocasiones, confiando en lo que nos aconsejan los profesionales que están en contacto con el niño/a, vamos dejando pasar tiempo y no siempre es lo apropiado. Ante los problemas del lenguaje (el habla, la comunicación, la voz y la deglución), el profesional que mejor puede orientarte es el logopeda.
En DYS Logopedia, la primera consulta informativa es gratuita. Puede ser telefónica o presencial: nos comentas lo que le pasa a tu hijo/a y te orientamos sobre los siguientes pasos a seguir.
Mediante la entrevista con la familia, elaboramos la historia clínica. A su vez, realizamos una exploración al/la niño/a, estableciendo cuál es la línea base del tratamiento, para orientar a la familia.
Durante las primeras sesiones, continuamos con la valoración para elaborar el programa de intervención y establecer los objetivos específicos de cada caso.
La intervención siempre se lleva a cabo de manera individualizada, adaptándonos a las necesidades del paciente.
Las sesiones tendrán una frecuencia semanal, con una duración de 30 minutos a 1 hora, dependiendo del caso.
Tras cada sesión, informamos a la familia y les orientamos para que el trabajo continúe en casa.
Las claves son la constancia y el trabajo conjunto. La implicación de la familia es imprescindible; por ello, les hacemos partícipes durante todo el proceso, ofreciéndoles pautas y ejercicios para que refuercen el trabajo en casa.
Asimismo, desde el comienzo nos coordinamos con otros profesionales implicados en el caso.
Se realizan valoraciones aplicando pruebas estandarizadas y entregando un informe a petición de la familia.
La Deglución Disfuncional o Atípica es un mal hábito que consiste en empujar la lengua contra o entre los dientes al tragar cualquier tipo de alimento líquido, sólido e incluso la saliva. Normalmente, también se ve afectada la posición de la lengua en reposo. Las causas son:
• Tipo de alimentación: uso prolongado del biberón y/o alimentos triturados,…
• Malos hábitos orales: chupete, chuparse el dedo, succión de labios, mejillas, lengua, morderse las uñas,… Cuanto más tiempo se prolonguen, más complicado será corregirlos.
• Respiración oral (respirar por la boca).
• Causas orgánicas: alteraciones de la mordida, la hipertrofia de adenoides (vegetaciones), la hipertrofia de amígdalas, frenillo lingual corto,…
De todo esto se desprende que la incorrecta posición lingual, provoca problemas de maloclusión, alteraciones en la articulación de algunos fonemas,…
Durante la intervención se realizan ejercicios de TMO (Terapia Miofuncional Orofacial) que ayudan a crear nuevos patrones musculares que facilitan la deglución. Desde el primer día se comienza a trabajar con alimentos. Para conseguir un tratamiento rápido y efectivo, es necesario seguir las pautas que se van dando.
Desde un principio se establece una coordinación con el odontólogo y el ortodoncista. En los casos donde sea necesaria la ortodoncia, será imprescindible comenzar previamente el tratamiento logopédico.
Al comienzo del aprendizaje de la lectura, algunos niños y niñas presentan más dificultades que otros, observándose un retraso en la adquisición de las habilidades que se necesitan tanto para leer como para escribir. El desarrollo lector de estos niños se produce de una manera más lenta, aunque esencialmente igual.
Las causas pueden ser diferentes: desmotivación, falta de estimulación, ambiente social o cultural desfavorable o retraso en alguno de los factores que intervienen en el proceso de aprendizaje de la lectura y escritura, por ejemplo, por dificultades previas en el lenguaje oral.
No cabe duda de que lectura y escritura son necesarias para todos los aprendizajes escolares. Por ello, lo más importante es la detección e intervención temprana; la edad es determinante en el tratamiento, puesto que con el tiempo las dificultades se afianzan.
Bajo intervención logopédica, y junto con el apoyo de la familia, éstas mejoran notablemente. En estos casos, comenzamos el tratamiento reforzando la conciencia fonológica, prerrequisito básico de la lectura.
Para aprender a leer es fundamental reconocer y manipular los sonidos mentalmente, por ejemplo: silabear palabras, deletrear, … A su vez, para que la intervención sea eficaz, trabajamos simultáneamente la adquisición de vocabulario, así como la comprensión oral y escrita y la escritura.
La Dislexia es un trastorno específico del aprendizaje de la lectura con origen neurobiológico. Se caracteriza por:
• Lectura lenta (en relación a su edad).
• Dificultad para leer las palabras con precisión: omisiones, sustituciones, adiciones,... letras o palabras.
• Falta de entonación.
• Suelen aparecer falsos arranques, largas vacilaciones o pérdidas de línea en el texto.
Estas dificultades provienen de un déficit en el componente fonológico del lenguaje, que es el encargado del procesamiento de los sonidos del habla y de realizar la decodificación grafema-fonema (letra-sonido).
La Dislexia suele ir acompañada de problemas en la escritura: faltas de ortografía, redacción pobre, textos sin cohesión ni coherencia entre las ideas y escasez de vocabulario, entre otras; además de dificultades en la comprensión, debido al gran esfuerzo que les supone decodificar las palabras.
La Dislexia puede coexistir con otros trastornos del neurodesarrollo, como el Trastorno de Desarrollo del Lenguaje (TDL), el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) y la Discalculia, entre otros.
Estas dificultades interfieren en el rendimiento académico con un retraso en la precisión y/o velocidad lectora de al menos dos años. Y por ello, los/as niños/as se ven condicionados para el resto de los aprendizajes escolares.
El trastorno de lectura no afecta a la capacidad intelectual pero sí al desarrollo de los procesos lectores que se sitúan por debajo de lo esperable en atención a su escolarización, edad y nivel intelectual. Es un trastorno persistente, aunque las manifestaciones van cambiando según la edad.
Nuestra intervención se basa principalmente en tareas que ayuden a desarrollar la conciencia fonológica. Otro de nuestros objetivos es crear hábito lector desde el comienzo. Las actividades que realizamos son sencillas y dinámicas, puesto que son niños/as que necesitan motivación y refuerzo positivo ante tareas de lectura.
La lectura se trabaja a la vez que la escritura, la ortografía y la comprensión lectora. Como complemento al tratamiento, utilizamos diferentes programas como: Dytective de Change Dyslexia y Pizarra Dinámica de Lectura (PDLE).
El TSH (Trastorno de los Sonidos del Habla), también conocido como Dislalia, es una alteración en la articulación de los sonidos (fonemas) y/o en el uso funcional de los mismos que afecta la inteligibilidad del habla. En función de la cantidad de fonemas alterados y el tipo de errores que presente, el habla resulta más o menos comprensible para el adulto.
Las dificultades pueden darse a nivel fonético y/o fonológico. En las alteraciones fonéticas el/la niño/a no es capaz de articular correctamente los sonidos esperados para su edad. Existen distintos tipos de errores: por sustitución del fonema, omisión, distorsión, …
En cuanto a las alteraciones fonológicas, es capaz de articular el sonido de manera aislada o en sílabas, pero no lo integra en su lenguaje espontáneo. Es habitual que ambas alteraciones coexistan conjuntamente.
Cierto es que no hay dos niños/as iguales y cada uno desarrolla el habla y el lenguaje de modo diferente, pero siempre nos debemos guiar por los periodos de adquisición de los fonemas y el margen establecido en la desaparición de estos errores en la expresión. En ocasiones, las familias son asesoradas por parte de profesores y pediatras, recomendándoles que esperen, (“es pronto, hay muchos/as niños/as como él/ella en clase, …”)
Debemos tener cuidado y ser prudentes, si posponemos el momento de consultar al logopeda y esperamos que se corrija con el paso del tiempo, corremos el riesgo de alargar el problema, y retrasar la intervención. Si el TSH no se aborda en la infancia, puede persistir hasta la adolescencia o la etapa adulta.
Comenzar el tratamiento de forma temprana nos va a ayudar a que el/la niño/a consiga aprender e interiorizar con mayor facilidad los fonemas y prevenir posibles dificultades que puedan surgir. Un buen desarrollo del lenguaje oral es el principal requisito para la adquisición de la lectoescritura; por ello, en ocasiones, los problemas en el habla interfieren en el aprendizaje de la lectura y la escritura.
En las sesiones, combinamos el trabajo específico de los fonemas con juegos dinámicos para motivar a los niños y niñas. Los ejercicios de la Terapia Miofuncional nos ayudan a fortalecer y tonificar la musculatura a nivel orofacial. Cada caso se trabaja de forma individualizada, marcando unos objetivos propios y adaptados a cada paciente.
La implicación de la familia es fundamental: al terminar cada sesión, les comentamos lo que hemos trabajado y les ofrecemos pautas y ejemplos de actividades para reforzar en casa.
El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL), antes conocido como TEL, es un trastorno que afecta a la adquisición y desarrollo del lenguaje, se manifiesta durante la infancia y se prolonga hasta la etapa adulta. Surge durante el desarrollo, no es adquirido ni se puede justificar por una causa médica conocida. Junto con el TDL pueden coexistir otros trastornos del neurodesarrollo como la Dislexia, el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), …
En los/as niños/as con TDL se ve afectado el lenguaje a nivel expresivo y comprensivo en diferentes grados, pudiendo estar afectados uno o varios de los componentes del lenguaje (fonología, morfosintaxis, semántica y/o pragmática). Asimismo, pueden asociarse otros problemas cognitivos como la atención y la memoria, entre otros. Estas dificultades tienen un impacto significativo en su día a día y en los aprendizajes escolares.
Cuanto antes se comience el tratamiento mayor será su eficacia y mejor será el pronóstico. La intervención, en cualquier caso, se ha de planificar en función de la edad del niño/a y de las dificultades que presente. Cuando son pequeños, nos centramos en desarrollar y afianzar los prerrequisitos del lenguaje: discriminación auditiva, adquisición de los fonemas, conciencia fonológica, comprensión oral, adquisición de vocabulario, estructura de las frases,…
Una vez que empiezan Primaria, la intervención está más enfocada a reforzar el aprendizaje de la lectura y escritura (entrenar la velocidad y precisión lectora, elaborar textos sencillos,…) sin dejar de lado la expresión y comprensión oral, puesto que son niños/as a los que ya desde pequeños les cuesta expresarse, ordenar su discurso y comprender a los demás.
Por todo ello, es necesario consultar al logopeda en el momento en que se observan dificultades en la adquisición del lenguaje oral, pues en estos casos, van a persistir durante toda la etapa de aprendizaje.
El Inicio Tardío del Lenguaje (ITL), también llamado Retraso del Lenguaje, como su propio nombre indica, es un retraso en la adquisición del lenguaje oral que se puede identificar a los dos años por las siguientes características: vocabulario expresivo inferior a 50 palabras y falta de uniones de dos palabras.
Dentro de los niños con ITL, algunos presentan retraso sólo en el área expresiva, mientras que en otros también se ve afectada la comprensión. No obstante, son niños en los que no se observa ninguna otra alteración, tan sólo la descompensación en el área del lenguaje, con respecto al resto de áreas del desarrollo.
El desarrollo del lenguaje no es igual en todos los niños y por eso existe un cierto margen en la adquisición de los ítems evolutivos. Lo que debemos tener en cuenta es que para poder detectar e intervenir a tiempo es necesario conocer y guiarnos por las etapas del desarrollo del lenguaje.
Por otro lado, existe una estrecha relación entre el retraso en el lenguaje oral y las dificultades en la lectura y la escritura. El lenguaje se adquiere y desarrolla de forma continua; por tanto, habla, lectura y escritura están correlacionados, y es en los primeros años donde debemos establecer una buena base de cara a aprendizajes posteriores.
Cuando las familias llegan a la consulta, a veces, nos comentan que notan dificultades en el lenguaje de su hijo (de dos o tres años) desde hace tiempo, y se les había aconsejado por parte de otros profesionales (profesores, pediatras, …) no preocuparse por el niño, “es pequeño, ya hablará”.
Sin embargo, sabemos que si la adquisición del lenguaje oral no se produce entre los dos y tres años es menos probable que esto suceda en los años posteriores, pudiendo derivar en un Trastorno de Desarrollo de Lenguaje.
Por ello, es necesario una intervención temprana, estimulando el lenguaje del niño y sobre todo dando pautas a las familias, para que desde casa puedan ayudar a incrementar y enriquecer el lenguaje.
La Disfemia, también conocida como Tartamudez, es un Trastorno de la Comunicación que afecta a la fluidez del habla, produciendo una serie de alteraciones como: repetición de sonidos, sílabas o palabras, bloqueos, prolongaciones y pausas.
La Disfemia tiene una base neurológica y no es originada por factores externos ni psicológicos. En caso de atribuirse a un déficit motor o sensitivo del habla, estaríamos hablando de disfluencia asociada a un daño neurológico (p. ej., ictus, tumor, traumatismo) o a otra causa médica.
Es importante destacar, que estas interrupciones son totalmente involuntarias, se presentan de forma variable y no aparecen en todas las situaciones ni con la misma intensidad. También influye el entorno y las circunstancias que rodean al niño o la niña en el momento de comunicarse.
Al mismo tiempo, pueden manifestarse conductas asociadas tales como: esfuerzo y tensión muscular, ansiedad, evitar comunicarse con los demás, pensamientos y sentimientos negativos; todo ello, afectando a sus relaciones sociales.
En cuanto a la evolución del trastorno, éste surge generalmente en la infancia, entre los 2 y 5 años, momento en el que los niños/as están desarrollando las habilidades del lenguaje. Por lo que, las repeticiones que puedan producirse en este periodo de tiempo, se consideran normales (disfluencias evolutivas) y tienden a remitir y desaparecer.
Sin embargo, si se observa tensión muscular en la cara, movimientos asociados de ojos, cara y/o cuello y rechazo por hablar ante ciertas personas o situaciones, nos indican que estamos ante un cuadro de Tartamudez.
Por ello, es de vital importancia detectar y comenzar el tratamiento de forma temprana para que estas disfluencias, a pesar de ser evolutivas, no se cronifiquen y aparezcan conductas asociadas como las mencionadas anteriormente.
En estos casos, realizamos la intervención tanto con el niño como con la familia, a la que le ofrecemos pautas para que sepa reaccionar ante el habla de su hijo/a. La finalidad del tratamiento es que el niño/a consiga controlar su habla, mejorando su fluidez.
Si crees que tu hijo/a puede tener alguna dificultad, no lo dejes pasar.